martes, 2 de octubre de 2012

Hola, soy Edu. Feliz Navidad

Lee uno muchas cosas, una de las últimas sobre exposiciones, galerias y galeristas me ha impactado especialmente. En un libro, Camila Brown, a la sazón, directora de la Photographers Gallery de Londres, explica como es el preceso que sigue a la hora de decidir que artista va a exponer en su galería y que otros no.
El proceso es tan sencillo como simple es algoritmo que corre en las neuronas de la señora Brown. Básicamente el visitante debe plantearse que quiere decir el artista, por qué unas fotografías están junto a otras y por que otras no y, sobre todo, el visitante debe pasar tiempo frente a las imágenes debanándose el entendimiento para, al menos, aproximarse a una vaga idea de lo que el artista ha querido transmitir. 
Gracias a esta cuidada selección de artistas, la señora Brown, hace que el público que acude a su galería no pase impasible ante las fotos, sino que le obliga a pararse ante las obras a reflexionar.
Yo pienso que cuando un artista es bueno, es por que tiene algo que decir y sabe decirlo, al contrario que la señora Brown, yo creo que un artista debe ser capaz de abrir un canal de comunicación con su interlocutor de una forma eficaz y comunicarse con el en un lenguaje inteligible. 
Pienso yo, que seguramente estaré equivocado, que el público debe pararse delante de una foto (o cualquier otra obra de arte), a reflexionar sobre el contenido del mensaje y no llevarse horas intentando averiguar cual es el mensaje. Aquella afirmación rancia ya de H.M. McLuhan de que "el medio es el mensaje" tuvo su interés en una época en la que los medios audiovisuales estaban en plena expansión y el mundo estaba entrando en una era de comunicación visual, hoy no tiene sentido en un mundo con internet que ha superado esa barrera comunicacional.
Evidentemente si esto lo llevamos a otros campos como la literatura, la señora Brown, vendería libros en los que las palabras hubieran sido encriptadas por una máquina de Turing, y el lector en lugar de disfrutar de una narración de Stevenson de esas que se leen en una noche, se pasara semanas intentando descifrar que palabras son las que están impresas en las páginas. Eso si, la señora Brown estaría orgullosa de proclamar que sus libros son los que más tiempo están en las mesillas de noche de los lectores.
Alrededor del arte contemporáneo existen, nutriendose de el, toda una serie de parásitos que inventan conceptos que manejan según su propia "lógica aplastante" y que les rinden pingües beneficios haciendo que el mercado del arte se convierta en algo parecido a esos mercados financieros donde lo que hoy vale mañana no y donde las cosas se sobrevaloran en una especie de "belleza inflaccional".
Toda esa gran esfera de mierda que rodea al mundo del arte contemporáneo, lleva a justificar excesos como los de la señora Brown, en los que, como ella es la más lista (sin duda), ha colgado allí esas imágenes para que los comunes de los mortales intenten entender que quiere decir el artista. Aunque si tienes suerte y eres capaz de descifrar el mensaje y el mensaje es "Hola soy Edu, feliz navidad", eso no es relevante.
De esta clase de berborrea dialéctca característica de galeristas, editores, museólogos y demás, lo que sale en la mayoría de ocasiones no son mas que imperdonables justificaciones de la fealdad más absoluta bajo el manto protector del ¿qué será lo que quire ransmitir el artista?, ¿será un alma en pena que no es capaz de comunicarse con la sociedad?. 
Definitivamente, creo yo, que si el artista no es capaz de comunicar claramente con su arte, que se dedique a otra cosa, y si sabe comunicar, lo que diferenciará a un buen artista de otro que no lo es, sería la calidad de lo que comunica y el modo en que lo hace. Pero claro, si existe una comunicación directa entre el artista y el público, la señora Brown se tendría que dedicar a pasar la mopa en lugar de dedicarse a especular con el arte lejos de un mundo artístico realmete democrático.

No hay comentarios:

Publicar un comentario