El libro de Bruno Munari es una recopilación de ejemplos tomados de diferentes campos del diseño, encaminados a establecer las bases de una metodología útil para la consecución de proyectos de distínta índole. El autor pretende exponer un método que sirva, no sólo para la resolución de los problemas planteados en el libro, sino para poder abordar cualquier otro problema, sea de la clase que sea.
El primer capítulo, titulado “saber proyectar”, viene precedido de un fragmento de la introducción al Discurso del Método (1). La famosa cita va encarrilando las posteriores partes del texto de Munari por la senda de la razón, dejando de un lado, a la hora de acometer un proyecto, cualquier idea, acción o planteamiento que sea fruto de la expresividad, la intuición, la espontaneidad o, como el autor lo llama, el “arte”(2).
Munari diferencia ahora entre diseño y styling, para el, existe una clara diferencia entre diseño y lujo. El lujo es una manifestación de la riqueza encaminada a servir al que la posee para impresionar. “El lujo es una manifestación de la estupidez” afirma, el lujo es la utilización impropia de materiales costosos sin mejorar sus funciones(3). Munari utiliza una cita de Erich Fromm para afirmar que hoy día(4) el verdadero lujo no es el poseer, sino el ser.
La metodología a la hora de acometer un proyecto es fundamental, incluido el campo del diseño, prohibe tajantemente “pensar de forma artística buscando enseguida una idea sin hacer antes un estudio para documentarse” (5). La creatividad no es la improvisación a la ligera y en la elaboración de las operaciones del método proyectual, todo debe ser de caracter objetivo, obedeciendo a este tipo de valores. Munari, encorseta la creatividad en la mera evolución de las ideas basada, única y exclusivamente en valores objetivos. Para el autor la creatividad no es tanto un proceso de creación, como de descubrimiento(6).
A estas alturas del texto, Munari ya establece la diferencia entre el proyectista profesional, aquel que tiene un proyecto y lo desarrolla según su método y así su trabajo con precisión, seguridad y sin perdidas de tiempo, y el proyectista romántico que basa sus trabajos en una “idea genial” que desemboca en resultados costosos, dificultosos y poco prácticos(7).
Una vez ha dejado establecidos sus reales, Munari hace un extenso recorrido por las distintas disciplinas donde su método proyectual es aplicable y lo va justificando simpre matizando que su diseño no pasa por satisfacer el gusto reinante del público que es función del styling. Así justifica el método proyectual en campos como la decoración, el camping, los parques de atracciones, la ropa, los ancianos, los niños, museos, juguetes... y así hasta veinticuatro campos de lo más diverso(8).
Continua Munari definiendo el problema, como abordarlo y la manera de llegar a la solución. Dice, citando a un amigo suyo, que si un problema no tiene solución no es un problema y si la tiene, tampoco es un problema(9). En diseño, los problemas surgen como consecuencia de una necesidad y la solución de los problemas y la posterior realización de esas necesidades mejorará la calidad de vida(10)
El problema no se resuelve por si mismo, pero tiene todos los elementos para su solución. Ante un problema lo primero que el autor dice que hay que hacer es definirlo en su conjunto, más allá de cualquier definiciónn previa. A continuación hay que dividir el problema en sub apartados cuya solución particular pueda ser afrontada de forma independiente, hemos descompuesto el problema en sus elementos. Una vez descompuesto hay que analizar la complejidad del problema, tanto en sus partes como en su totalidad(11). A continuación habría que efectuar una exahustiva recopilación de datos a fin de poder analizarlos para recoger sugerencias sobre la construcción de la solución. Ahora, una vez analizados los datos, es el turno de la creatividad (la cual reemplazará a la idea en el sentido artístico-romántico del que ya habíamos hablado. Es en este punto donde radica fundamentalmente la clave del diseño, y que tendrá que apoyarse en los siguientes pasos de forma recíproca. El siguiente es el estudio de los materiales y la tecnología disponible, para finalmente llegar a tres pasos fundamentales(12) que son la experimentación con los materiales y técnicas, la fabricación de modelos y la verificación de los mismos mediante el contraste de opiniones entre sujetos objetivos. El último paso previo al hallazgo de la solución para un diseñador como Munari, es la elaboración de bocetos y dibujos, tanto bocetos rápidos para la fijación de ideas(13), como planos, alzados, perspectivas, anoxométricos, despieces, etc. Varias páginas consume Munari en ejemplificar los distintos tipos de bocetos, dibujos y clasificarlos según su grado de complejidad y funcionalidad.
A continuación explica la función y creación de modelos, los cuales cumplen diferentes funciones, desde demostrar practicamente las pruebas de distintos materiales a presentar de forma evidente el funcionamiento de distintos artilugios. Los modelos pueden ser a escala o no, del todo o parte del producto final y pueden estar fabricados o no con los mismos materiales que se aplicarán al resultado final. Estos parámetros son función de la utilidad y finalidad para la que se haya realizado el modelo, no es lo mismo un modelo construido para visualizar un volumen que un modelo destinado a la comprobacion de la resistencia de un material.
Una vez se han realizado los modelos se determina una ficha de análisis en la que se recogen los distintos datos sobre el modelo, estos datos abarcan desde el nombre del objeto y su autor, al peso, embalaje y coste, así como aceptación del público o el valor social.
Expone el autor a continuación una serie de ejemplos en los que presenta algunos datos recogidos de la ficha de análisis de algunos objetos (atril, tumbona de playa, hacha, herramienta de escaparatista, candado de persianas, lámpara de garaje, el tetrabrick,...) y compara, según los parámetros a los que se ha referido, la mayor o menor tecnología aplicada en objetos similares en su utilidad, pero que tienen pequeñas pero notables diferencias de diseño que los hacen radicalmente distintos, algunos de estos objetos pueden van desde bolsas de la compra o sierras para madera(14)(15)).
Otro elemento clave en el diseño es simplificar, que para el autor consiste en resolver el problema eliminando todo lo que no sirve para la realización de las funciones. Esto es complicado, en ocasiones la gente ante soluciones enormemente sencillas, que pueden ser el resultado de oras de discurrir e investigar, dice: “Eso también lo se hacer yo”, cuando realmente lo que quiere decir es que sabe imitarlo aprovechando los recursos investigativos del que resolvió por primera vez el problema.
Algunos ejemplos de simplificación nos los expone en una bici de carreras y varios diseños de silla, como la silla Chiavari o la Windsor, donde la primera se construye con casi la mitad de piezas que la segunda(16).
También es importante considerar la coherencia formal entre las partes y el todo, esta coherencia se basa en el empleo de elementos modulares donde los módulos tienen la misma forma y las mismas dimensiones(17).
Otros ejemplos de diseño concurren en las siguientes páginas(18), como la evolución en el diseño de la navaja de afeitar hasta las modernas desechable gracias a la idea de King Camp Gillette, el diseño de habitáculos ultracompactos para espacios reducidos, o unas exóticas joyas en las que aparecen las constelaciones del zodiaco al ponerlas frente a una luz. También recrea el proceso de diseño de un “habitáculo” reducido para la instalación de un dormitorio infantil(19).
El siguiente punto que aborda el autor es el referido a la otilización en el diseño de elemntos prefabricados, bien en serie o bien específicamente. Desde edificios construidos con piezas modulares, desde un paseo con árboles de muchas clases(20), a un autobús de gran turismo donde todo lo referido a la habitabilidad (asientos, TV, aire acondicionado, etc), seían elementos prefabricados.
Otro punto que aborda Munari es el reciclaje. Cita en su libro la obra del psicólogo italiano Edward DeBono(21), “Aprender a pensar en quince dias” en la que dice que no deberíamos considerar a las cosas por lo que son, sino por lo que podrían llegar a ser. Más que reciclado entendido al modo del siglo XXI, lo que Munari propone es una reutilización que puede venir precedida de una modificación o no, los ejemplos que pone en este apartado se limitan a algunos juguetes y máscaras realizados con cajas de leche o bolsas de papel(22).
En las últimas páginas del libro, Munari, hace una pequeña incursión en el campo de la percepción, las dobles imágenes y lo que en psicología Gestalt se conoce como la Ley de Prägnanz. Igualmente hace también un corto recorrido por la biónica(23), la prosémica, las relaciones entre el individuo y su medio ambiente, y la utilización del espacio, así como la ergonomía(24).
También menciona al final de su libro algunas disciplinas de ingeniería y arquitectura como la luminotecnia, el moldeado, y el embutido.
Particularmente el texto me ha parecido pretencioso y carente de contenido, Munari es capaz de llenar 384 páginas de humo, con ejemplos que evidencian que cuando uno escribe sobre el sentido común, todo parece tener sentido. El método proyectual que expone Munari no se diferencia en gran medida del que, de forma natural, lleva a cabo un niño en su proceso de aprendizaje y de toma de conciencia de los objetos y acciones que le rodean y puede manejar. Desde mi punto de vista es excesivamente racional, y con una visión demasiado “ingenieril” de la creación, su libro El Arte como Oficio, así lo demuestra al igual que su paso por el movimiento del Arte Concreto, en el que cualquier atisbo de abstracción es manipulado para que tenga un sentido más realista. El diseño como arte tiene que pasar por un punto de equilibrio entre abstracción y concreción que Bruno Munari no estaba dispuesto a mantener, obsesionado por reducir cualquier atisbo de idealidad a puro pensamiento racional.
(Las notas al pie las he obviado aquí en el blog para que no se escandalice nadie, ya se encargará Susana de decirme que critico mucho)
El primer capítulo, titulado “saber proyectar”, viene precedido de un fragmento de la introducción al Discurso del Método (1). La famosa cita va encarrilando las posteriores partes del texto de Munari por la senda de la razón, dejando de un lado, a la hora de acometer un proyecto, cualquier idea, acción o planteamiento que sea fruto de la expresividad, la intuición, la espontaneidad o, como el autor lo llama, el “arte”(2).
Munari diferencia ahora entre diseño y styling, para el, existe una clara diferencia entre diseño y lujo. El lujo es una manifestación de la riqueza encaminada a servir al que la posee para impresionar. “El lujo es una manifestación de la estupidez” afirma, el lujo es la utilización impropia de materiales costosos sin mejorar sus funciones(3). Munari utiliza una cita de Erich Fromm para afirmar que hoy día(4) el verdadero lujo no es el poseer, sino el ser.
La metodología a la hora de acometer un proyecto es fundamental, incluido el campo del diseño, prohibe tajantemente “pensar de forma artística buscando enseguida una idea sin hacer antes un estudio para documentarse” (5). La creatividad no es la improvisación a la ligera y en la elaboración de las operaciones del método proyectual, todo debe ser de caracter objetivo, obedeciendo a este tipo de valores. Munari, encorseta la creatividad en la mera evolución de las ideas basada, única y exclusivamente en valores objetivos. Para el autor la creatividad no es tanto un proceso de creación, como de descubrimiento(6).
A estas alturas del texto, Munari ya establece la diferencia entre el proyectista profesional, aquel que tiene un proyecto y lo desarrolla según su método y así su trabajo con precisión, seguridad y sin perdidas de tiempo, y el proyectista romántico que basa sus trabajos en una “idea genial” que desemboca en resultados costosos, dificultosos y poco prácticos(7).
Una vez ha dejado establecidos sus reales, Munari hace un extenso recorrido por las distintas disciplinas donde su método proyectual es aplicable y lo va justificando simpre matizando que su diseño no pasa por satisfacer el gusto reinante del público que es función del styling. Así justifica el método proyectual en campos como la decoración, el camping, los parques de atracciones, la ropa, los ancianos, los niños, museos, juguetes... y así hasta veinticuatro campos de lo más diverso(8).
Continua Munari definiendo el problema, como abordarlo y la manera de llegar a la solución. Dice, citando a un amigo suyo, que si un problema no tiene solución no es un problema y si la tiene, tampoco es un problema(9). En diseño, los problemas surgen como consecuencia de una necesidad y la solución de los problemas y la posterior realización de esas necesidades mejorará la calidad de vida(10)
El problema no se resuelve por si mismo, pero tiene todos los elementos para su solución. Ante un problema lo primero que el autor dice que hay que hacer es definirlo en su conjunto, más allá de cualquier definiciónn previa. A continuación hay que dividir el problema en sub apartados cuya solución particular pueda ser afrontada de forma independiente, hemos descompuesto el problema en sus elementos. Una vez descompuesto hay que analizar la complejidad del problema, tanto en sus partes como en su totalidad(11). A continuación habría que efectuar una exahustiva recopilación de datos a fin de poder analizarlos para recoger sugerencias sobre la construcción de la solución. Ahora, una vez analizados los datos, es el turno de la creatividad (la cual reemplazará a la idea en el sentido artístico-romántico del que ya habíamos hablado. Es en este punto donde radica fundamentalmente la clave del diseño, y que tendrá que apoyarse en los siguientes pasos de forma recíproca. El siguiente es el estudio de los materiales y la tecnología disponible, para finalmente llegar a tres pasos fundamentales(12) que son la experimentación con los materiales y técnicas, la fabricación de modelos y la verificación de los mismos mediante el contraste de opiniones entre sujetos objetivos. El último paso previo al hallazgo de la solución para un diseñador como Munari, es la elaboración de bocetos y dibujos, tanto bocetos rápidos para la fijación de ideas(13), como planos, alzados, perspectivas, anoxométricos, despieces, etc. Varias páginas consume Munari en ejemplificar los distintos tipos de bocetos, dibujos y clasificarlos según su grado de complejidad y funcionalidad.
A continuación explica la función y creación de modelos, los cuales cumplen diferentes funciones, desde demostrar practicamente las pruebas de distintos materiales a presentar de forma evidente el funcionamiento de distintos artilugios. Los modelos pueden ser a escala o no, del todo o parte del producto final y pueden estar fabricados o no con los mismos materiales que se aplicarán al resultado final. Estos parámetros son función de la utilidad y finalidad para la que se haya realizado el modelo, no es lo mismo un modelo construido para visualizar un volumen que un modelo destinado a la comprobacion de la resistencia de un material.
Una vez se han realizado los modelos se determina una ficha de análisis en la que se recogen los distintos datos sobre el modelo, estos datos abarcan desde el nombre del objeto y su autor, al peso, embalaje y coste, así como aceptación del público o el valor social.
Expone el autor a continuación una serie de ejemplos en los que presenta algunos datos recogidos de la ficha de análisis de algunos objetos (atril, tumbona de playa, hacha, herramienta de escaparatista, candado de persianas, lámpara de garaje, el tetrabrick,...) y compara, según los parámetros a los que se ha referido, la mayor o menor tecnología aplicada en objetos similares en su utilidad, pero que tienen pequeñas pero notables diferencias de diseño que los hacen radicalmente distintos, algunos de estos objetos pueden van desde bolsas de la compra o sierras para madera(14)(15)).
Otro elemento clave en el diseño es simplificar, que para el autor consiste en resolver el problema eliminando todo lo que no sirve para la realización de las funciones. Esto es complicado, en ocasiones la gente ante soluciones enormemente sencillas, que pueden ser el resultado de oras de discurrir e investigar, dice: “Eso también lo se hacer yo”, cuando realmente lo que quiere decir es que sabe imitarlo aprovechando los recursos investigativos del que resolvió por primera vez el problema.
Algunos ejemplos de simplificación nos los expone en una bici de carreras y varios diseños de silla, como la silla Chiavari o la Windsor, donde la primera se construye con casi la mitad de piezas que la segunda(16).
También es importante considerar la coherencia formal entre las partes y el todo, esta coherencia se basa en el empleo de elementos modulares donde los módulos tienen la misma forma y las mismas dimensiones(17).
Otros ejemplos de diseño concurren en las siguientes páginas(18), como la evolución en el diseño de la navaja de afeitar hasta las modernas desechable gracias a la idea de King Camp Gillette, el diseño de habitáculos ultracompactos para espacios reducidos, o unas exóticas joyas en las que aparecen las constelaciones del zodiaco al ponerlas frente a una luz. También recrea el proceso de diseño de un “habitáculo” reducido para la instalación de un dormitorio infantil(19).
El siguiente punto que aborda el autor es el referido a la otilización en el diseño de elemntos prefabricados, bien en serie o bien específicamente. Desde edificios construidos con piezas modulares, desde un paseo con árboles de muchas clases(20), a un autobús de gran turismo donde todo lo referido a la habitabilidad (asientos, TV, aire acondicionado, etc), seían elementos prefabricados.
Otro punto que aborda Munari es el reciclaje. Cita en su libro la obra del psicólogo italiano Edward DeBono(21), “Aprender a pensar en quince dias” en la que dice que no deberíamos considerar a las cosas por lo que son, sino por lo que podrían llegar a ser. Más que reciclado entendido al modo del siglo XXI, lo que Munari propone es una reutilización que puede venir precedida de una modificación o no, los ejemplos que pone en este apartado se limitan a algunos juguetes y máscaras realizados con cajas de leche o bolsas de papel(22).
En las últimas páginas del libro, Munari, hace una pequeña incursión en el campo de la percepción, las dobles imágenes y lo que en psicología Gestalt se conoce como la Ley de Prägnanz. Igualmente hace también un corto recorrido por la biónica(23), la prosémica, las relaciones entre el individuo y su medio ambiente, y la utilización del espacio, así como la ergonomía(24).
También menciona al final de su libro algunas disciplinas de ingeniería y arquitectura como la luminotecnia, el moldeado, y el embutido.
Particularmente el texto me ha parecido pretencioso y carente de contenido, Munari es capaz de llenar 384 páginas de humo, con ejemplos que evidencian que cuando uno escribe sobre el sentido común, todo parece tener sentido. El método proyectual que expone Munari no se diferencia en gran medida del que, de forma natural, lleva a cabo un niño en su proceso de aprendizaje y de toma de conciencia de los objetos y acciones que le rodean y puede manejar. Desde mi punto de vista es excesivamente racional, y con una visión demasiado “ingenieril” de la creación, su libro El Arte como Oficio, así lo demuestra al igual que su paso por el movimiento del Arte Concreto, en el que cualquier atisbo de abstracción es manipulado para que tenga un sentido más realista. El diseño como arte tiene que pasar por un punto de equilibrio entre abstracción y concreción que Bruno Munari no estaba dispuesto a mantener, obsesionado por reducir cualquier atisbo de idealidad a puro pensamiento racional.
(Las notas al pie las he obviado aquí en el blog para que no se escandalice nadie, ya se encargará Susana de decirme que critico mucho)
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